Una contradicción aparente: Es imposible extraer nada bueno de una pandemia que de la noche a la mañana, ha cambiado la realidad de la raza humana. No obstante, si «leemos» cuidadosamente podemos percibir muchos elementos dignos de analizar.
1.Nos recuerda nuestra vulnerabilidad. Podríamos decir que nos devuelve humanidad. Nos induce a extraer de nuestro ser, esos aires de «inmortalidad» que muchas veces llevamos como guía en el subsconciente que nos conduce.
2. Detiene la «loca» carrera de la vida. De un día para otro, nos obliga a postergar todo lo que creemos urgente, y nos sumerge en la dosis de realidad, la cual nos permite recordar que VIVIR, así con mayúscula, debe ser la única prioridad, hecho que para la mayoría de nosotros parece imposible.
3. Nos llama a la solidaridad como ÚNICA opción de supervivencia. Al recordarnos que somos IGUALES, no solo ante la ley como establece nuestra Constitución Política, sino en nuestra esencia natural misma, nos hace ver que si me centro en mí solamente, es posible que el otro acabe conmigo. Todos debemos estar limpios del virus, si no nos convertimos en agentes de riesgo para los demás.
4. La solidaridad trasciende a la economía. También se pasa a esta área donde habitualmente, se marcan las divisiones. Por fin, la realidad nos obliga a darnos cuenta que el bienestar del vecino, no debería movernos a la envidia como acontece con frecuencia. Este virus desecha el egoísmo. Nos lleva a comprender que todos los actores de la «telaraña» económica que hemos creado en la humanidad, juegan un papel determinante para el buen rumbo de la colectividad. Los que tienen mucho son imprescindibles y los que tienen poco, también.
5. La obediencia se convierte en nuestra salvación. Literalmente, ahora sí, y desde el principio, igual, obedecer sabiamente las recomendaciones de quienes tienen el conocimiento, hará la diferencia entre seguir en «el paraíso» o ser enviados a la llanura terrenal, constituida por aquello que nos aparta del bien y nos conduce a la muerte.
6. Nos hace valorar lo Grande y lo pequeño. Inmersos en el ir y venir de nuestra existencia, a veces perdemos la perspectiva del punto exacto donde está la grandeza de la humanidad. La superficialidad hacia la cuál nos empujan frecuentemente, con bombardeos directos o salapados, muchas veces nos absorbe. Llegamos a pensar que ahí ronda la grandeza, dejando de lado los pequeños actos de amor, signo inequívoco de lo más sublime de la humanidad.
Existe mucho más. Cantidad de mensajes positivos podemos extraer de estos signos que los tiempos nos presentas. ¡Qué bueno sería conocer los que ustedes ven!