DEPORTE NACIONAL
Una historia de pasión y sacrificio en el Fútbol Femenino
Una historia de superación. Son apenas 21. Apenas comienza.
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Por
Marvin Méndez
Queremos contar una historia que nos inspire, que alimente es nuestros lectores el deseo de superación, la determinación para no rendirse nunca. Eso le digo al entrenador sancarleño Norman Fabián Salas, mientras entrenaba a su equipo. Hay una- me dice-. Aquella, la que tiene el número 29. La llama. Hablo, le explico lo que vamos a hacer. Siento la vibra de una persona maravillosa. Sencillez de corazón, de la que hablaba Jesucristo.
Elizabeth Obando Flores es una jovencita de 21 años. Es de las Delicias de Aguas Zarcas. Con emoción en sus palabras nos relata como empezó su amor por el fútbol.
«Nació desde que era una niña. Mis hermanos se encontraron una bola botada. Solo tenía el hule ya de lo gastada que estaba. Nosotros, por los escasos recursos, no podíamos comprar una. Comenzamos a jugar con ella a todas horas. Jugábamos «a pata pelada». Jamás íbamos a tener para comprar tacos. Jugábamos a toda hora, nos encantaba bajo la lluvia. Le dimos… hasta que se explotó la bola contra un árbol».
Elizabeth Obando Flores, describe como inició a materializar su pasión por el fútbol
Agradecida!!!
Hace énfasis en sus palabras cuando se refiere a su entrenador y a doña Ana Lucía Villalobos. Acabamos de preguntarle sobre lo que más agradece de estar ligada a la Asociación Deportiva San Carlos de fútbol femenino.
«Tengo mucho que agradecerle a Norman y a su esposa. Fueron los que me apoyaron siempre. Ellos sin decir no, cuando yo estaba en el colegio me apoyaban con los pasajes todos los días para ir a entrenar desde las Delicias. Lo que yo quería era demostrar que tenía talento»
Así expresa Elizabeth su gratitud hacia los que le dieron la mano cuando más lo necesitaba
Según nos cuenta Elizabeth, su mamá Paola Flores Cruz siempre le recalcó, «haga lo posible por estudiar y sacar bien los exámenes. Siga siendo promedio, porque sino voy a tener que sacarla del fútbol». Ella me decía que no me daba para el fútbol porque no tenía, pero que, por favor, la abedeciera porque la obediencia trae bendición.
Sabía que lo hacía por mi bien. Por eso, optó por trasladarse al Liceo San Carlos para poder estudiar y entrenar, pues en el CTP debía perder lecciones para poder ir a estudiar y eso afectaba sus notas. La ayuda de ellos fue vital «para poder cumplir un sueño que ahora lo estoy logrando», nos relata Elizabeth.
Las bendiciones del fútbol y de la mamá
Elizabeth habla con orgullo de su mamá. Explica que en algún momento no entendía el porqué actuaba así. Por ejemplo, cuando un año la sacó del colegio porque el dinero no le alcanzaba para los trámites de la construcción de la casa donde ahora viven. Sin embargo, siempre la obedeció y ahora tiene claro que ella, a pesar de nula formación académica, hizo lo correcto.
“Somos 5 en la casa (3 hombres y 2 mujeres) y ella trabajaba en el campo y hacía todo lo posible para que todos tuviéramos el privilegio de estudiar, algo que ella nunca tuvo. Ahora entiendo que su salario no era suficiente para que todos pudiéramos ir a la escuela o el colegio. Sé que aunque ella se quedara sin nada, siempre trataba de buscar hasta en donde no había, para que siguiéramos con el estudio. Por eso me propuse hacer mi máximo esfuerzo para no defraudarla”
Elizabeth Obando en referencia los esfuerzos de su mamá
Los consejos del profe y las penurias de la vida
Sobre los aportes que el fútbol femenino le ha dado, señala que valora profundamente la disciplina que han obtenido y las enseñanzas de Norman Salas para que “sean buenas personas”. “Él siempre nos enseña eso y creo que es uno de los fundamentos para que un equipo esté unido”.
Y en la conversación aprovecha para echar un vistazo al pasado. Un tiempo ido que le ha enseñado a valorar lo que ahora tiene. Poco o suficiente, pero es mucho más de lo que en otros momentos tenían.
“No me da vergüenza decirlo. Nosotros muchas veces vivimos bajo un techo de plástico cuando yo era niña, en un cafetal en San Ramón, con paredes de saco y caña de bambú. Ahí éramos felices, comiendo arroz y frijolitos. Y tal vez algún banano que mi mamá se encontraba por ahí. Ella nunca se echó para atrás, siempre siguió adelante”
Elizabeth ha debido “sortear” situaciones difíciles en su vida. Ella afirma-basada en su fe- que siempre “agarrada de la mano de Dios” todo es posible.
Esta futbolista de apenas 21 años, nos relata que ha tenido que sacrificarse para perseguir su sueño. Con el estudio para cumplir con lo establecido por su mamá, con las actividades familiares o de la iglesia a la cual pertenece para dedicarle tiempo a su preparación. “Muchas veces mis hermanos iban a actividades recreativas y yo no podía porque mi prioridad era el equipo”. ”A veces mi hermano le acompañaba en las madrugadas para salir a correr y poder prepararme para estar físicamente bien”. Actualmente, salgo del trabajo, subo a la bici y me voy a entrenar, añade.
“Es una persona muy colaboradora”
Así la describió Norman Salas. Entonces le consultamos a Elizabeth sobre el porqué de su comportamiento. “No sé a que se refiere él. Solo sé que trato de aportar. Tenemos un proyecto de socios colaboradores y trato de buscar respaldo para el equipo”. Nos relata además que en los entrenamientos trata de ayudar al entrenador con la preparación de las más pequeñitas.
En muchas oportunidades ha trabajo para el equipo en apoyo a labores que se realizan para obtener recursos durante los partidos de Primera División masculino.
Sigue soñando
“Yo creo que uno tiene que sentir la camiseta, uno tiene que sentir el amor por lo que hace y soy de las que, cuando quiero lograr algo, hago todo lo que esté a mi alcance por lograrlo. Quiero cumplir mi sueño de llegar a jugar en Primera División o lograr una beca para estudiar en el extranjero”
Elizabeth Obando persigue su sueño y tiene claro que nada se logra sin esfuerzo.
Esta joven ya subió el primer peldaño. Ella soñaba con jugar con San Carlos, con representar al cantón y ya está ahí. Para ello, destruyó una bola vieja a puntas de “patadas” junto a sus hermanos, hacía “trampitas” con los permisos para jugar con el equipo del cole y anduvo con un equipo en cancha sintética a los 15 años.
Agradece a muchos profesores que le ayudaron para poder estudiar y trabajar. Le costó conseguir trabajo. No había suficiente para “llenar el plato”. Pedí trabajo en una tienda y me dijeron que no “porque no tenía experiencia”. Entonces fui a trabajar en el campo. Por dicha fueron solo 3 meses porque es muy difícil. Luego me dieron la oportunidad de trabajar en la empresa Pitalia S.A. , en el área de secado de frutas y queso. “Por cierto, son productos riquísimos”, nos dice, mientras nos cuenta que su jefa es una bella persona que la apoya muchísimo para que pueda seguir en el equipo.