El gol de Marco Julián Mena le permitió a los Toros del Norte volver a puntuar en el estadio Eladio Rosabal Cordero ante el Club Sport Herediano. Mena Rojas es un muchacho sencillo, un hombre de campo. Su raíces se afianzan en los distritos de Aguas Zarcas y La Palmera de San Carlos.
De mirada franca y verbo amable, Mena habla con goles. La afición lo llama «menita». Posiblemente en honor a su biotipo. Con 1,69 de estatura y gran fuerza al enfilarse al marco rival, el ariete norteño ha pasado por difíciles momentos en su carrera. En busca de mejores horizontes, vivió una experiencia poco positiva en Liberia. Incluso, tras su salida de la Ciudad Blanca, jugó en Tercera División. Su regreso a los Toros del Norte no fue sencillo.
Brilló en Segunda División. Muchas veces gritó sus goles, y volvió a abrirse espacio entre los favoritos de la afición. Fue campeón y celebró como todos. Pero de nuevo, se hablaba de que Marco podría quedar fuera del equipo de Primera. Fue de los últimos en confirmarse en la planilla que dirigiría el técnico Martín Cardetti. Más tarde, este diría en una oportunidad: «Si tuviera que decir que hay un titular asegurado en este equipo, es Marco Mena». Y Mena brilló. La dupla junto a Saborío parece la ideal en la ofensiva sancarleña. La afición lo sufría cuando una lesión lo volvía a sacar del 11 estelar.
En el verano 2019, Mena aparece de nuevo. Se hace visible con el primer gol del campeonato para San Carlos. Dice presente con su gran entrega durante los 90 minutos. Nos hace fruncir el ceño, ante la posibilidad de que abandone el campo. Nos sentimos acéfalos de esta presión que asfixia al rival. De esa «necedad» que lleva al contrario a equivocarse.
Marco Julián Mena, representa nuestra esencia. La esencia del sancarleño que lucha todos los días, sin dejarse vencer. Los hombres y mujeres que sabiéndonos inmersos en una realidad que nos golpea a todos, no nos echamos a morir. Peleamos contra todo. Cada obstáculo es un nuevo reto. Así es Marco Julián. Este hombre de porte humilde y guerrero corazón, con su inclaudicable entrega en el campo de juego, nos inspira a ser labriegos y sencillos y pero jamás, siervos menguados.
¡La verdadera grandeza solo está en la mente!